lunes, 4 de junio de 2012

¿QUE ES GROSERÍA?

Por: Antero Duks
Mayo / 2012

Xóchitl Gálvez es una mujer que habla de frente y llama a las cosas con su nombre, no se anda con rodeos, como generalmente acostumbran los políticos. A mi en lo personal me gusta su estilo para que más que la verdad, acepto que es una mujer controvertida, pero es preferible su franqueza y no andarse con rodeos. A Xóchitl se le acusó de grosera en una entrevista y contestó lo que a continuación describo.

¿Grosera?, ¿Qué es grosería?

GROSERÍA es que el salario mínimo de un trabajador sea de $54.00 al día (1,620 al mes) y el de un diputado de $200,000.00 pudiendo llegar con dietas y otras prebendas a $350,000.00

Grosería es que un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.

Grosería es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).

Grosería es comparar la jubilación de un diputado con la de una viuda. Grosería es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con tres o con seis según el caso y que los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo.

Grosería es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?)de este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del ISR.

Grosería es colocar en la administración a miles de asesores (léase amigotes con sueldo) que ya desearían los técnicos más calificados.

Grosería es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.

Grosería es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).

Grosería es el costo que representa para los ciudadanos, sus comidas, coches oficiales, choferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.

Grosería es que sus señorías tengan casi cinco meses de vacaciones al año (48 días en Navidad-enero, unos 17 en Semana Santa -a pesar de que muchos de ellos se declaran laicos- y unos 82 días en verano).

Grosería es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses.

Grosería es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política cuando cesan son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.

Grosería es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios sólo representan un costo para el bolsillo de los ciudadanos...

Grosería es que nos oculten sus privilegios mientras vuelven a la sociedad contra quienes de verdad les sirven. Mientras, ¿hablan de política social y derechos sociales?

¡Qué grosería!

Cuando sea grande, quiero ser maestro


Leo Zuckermann

No es que los profesores de mi escuela, aquí en Oaxaca, ganen muchísimo dinero. Pero, como la mayoría de los que vivimos en mi pueblo somos rete pobres, pues los maestros son de los más ricos. En comparación con nosotros, viven muy bien. Cuando se enferman, los curan gratis. Si es necesario se los llevan hasta la ciudad de Oaxaca a aliviarse. Mi papá, que es campesino y trabaja un chorro, dice que el gobierno también les presta dinero para construirse su casita y que, cuando se jubilan, pueden vender su puesto o heredarlo a algún familiar. ¡Eso está buenísimo!

En mi pueblo, la mayoría de los niños deja la escuela para irse a trabajar al campo o, los más grandes, se van para los Estados Unidos. Es que está bien canijo encontrar una buena chamba por acá. Por eso, las plazas de maestros están bien peleadas.

Los profes tienen un chorro de vacaciones y muchas veces suspenden las clases para irse a protestar a la capital del estado y hasta la Ciudad de México. Algunos nunca dan clases porque se la pasan dizque arreglando los asuntos del sindicato.

Ahora mismo mis maestros están en el DF protestando. Por eso no tenemos clases desde hace varios días. Es que los profes están bien enojados. Dicen que la Secretaría de Educación Pública quiere cambiar las reglas para meter una prueba (creo que se llama ENLACE) para evaluarnos a nosotros los alumnos. También quieren hacerles un examen a los maestros para ver qué tanto saben. Ellos nos están defendiendo. No quieren ni que nos hagan pruebas a nosotros ni a ellos. Dicen que los exámenes son injustos porque les podrían quitar sus plazas. Y las plazas, pues son de ellos. Ellos las heredaron o las compraron. Es una de sus conquistas laborales.

Mi profe me contó que nunca van a aceptar esa cosa que se llama “Alianza por la Calidad Educativa”, pues lo único que quiere el gobierno es acabar vendiendo las escuelas públicas a unos “cochinos capitalistas”. Yo no entiendo bien por qué se enojan tanto. En el pueblo de junto, que es más grande que el nuestro, hay una escuela privada adonde van los niños ricachones. La verdad es que ese colegio está más padre que el nuestro. Pero mi familia no tiene el dinero para pagarnos la colegiatura. A lo mejor por eso son bien cochinos esos señores “capitalistas” que son los dueños.

Ya llevamos muchos días sin que nuestra escuela abra. Los profes andan, otra vez, protestando. Me cae que está padrísimo eso de ser maestro: no dar clases e irse a protestar al Distrito Federal y conocer el Ángel de la Independencia.

Pero va a estar bien difícil que yo llegue a ser maestro. Como nadie en mi familia es profesor, pues nadie me puede heredar su lugar. A lo mejor me puedo ir unos añitos a trabajar a Los Ángeles, ahorrar una lana y comprarle la plaza a mi profe que es rete buena onda.

Ese es mi sueño. Pero habría algo mejor. Igual y tengo suerte como maestro y hasta me convierto en uno de los líderes de eso que llaman “el sindicato”. ¡Eso sí que es vida! ¡Esos sí viven como reyes! En el radio escuché que hay una señora que es la presidenta de los maestros que un día le regaló 59 camionetas de esas que traen los narcos, aquí les dicen Jumers, a los jefes del sindicato que le ayudan. ¡Qué daría yo por tener una camioneta así!

Además, la señora, que creo que se llama Elba o Esther, vive en una casota en México y tiene un departamento en la playa en un lugar de lujo en Estados Unidos. Cada rato va a ver al Presidente de México con unos vestidos padrísimos y unas bolsas que, dijeron en la radio, cuestan más de cien mil pesos. Yo creo que se equivocaron porque es muchísimo dinero.

No sé cuándo vaya a regresar mi profe del DF a darnos clases. Pero, cuando vuelva, yo le voy a preguntar como cuánto dinero se necesita para que yo pueda comprar un puesto como el de él.



¿Cuál es la diferencia de la barbarie mostrada por “los maestros de la Coordinadora” y las bandas criminales?


Ricardo Alemán

Mayo / 2012

Durante los años que ha padecido la sociedad mexicana el flagelo de la violencia y el crimen, todos los estudiosos del tema han concluido que “la punta de la madeja” se localiza en la impunidad.

Es decir, que buena parte del estímulo para que se genere y reproduzca el germen de la violencia y el crimen es el elevado índice de impunidad que se vive en México.

Son impunes el ladronzuelo de poca monta, el extorsionador y, sobre todo, el secuestrador y el criminal. La impunidad protege, según estadísticas, a más de nueve de cada diez infractores, ya que la impartición de justicia es uno de los grandes “hoyos negros” del Estado mexicano.

Viene a cuento porque en horas recientes vimos a “maestros de la Coordinadora” —la CNTE— convertidos en vulgares delincuentes. Con total impunidad tienen sin clases a millones de niños y paralizada la capital de Oaxaca, entre otras ciudades del país. Con total impunidad han bloqueado instalaciones estratégicas, como las de reparto de combustible, también en Oaxaca. Con total impunidad han bloqueado carreteras, aeropuertos y… nadie les dice nada.

Apenas hace horas, con esa impunidad, bloquearon las instalaciones de la empresa privada Televisa. Más aún, con actitudes propias de mafiosos —antes que maestros—, integrantes de “la Coordinadora” utilizaron marros metálicos para tratar de romper las puertas de la televisora. No conformes —y en la irracionalidad total— recolectaron basura y prendieron fuego a las instalaciones de la empresa mediática.

Por momentos, la imagen era casi idéntica a la provocada por mafias del crimen que, apenas días previos, asaltaron instalaciones de la empresa Sabritas, quemaron vehículos y bodegas; por momentos, se parecía a la imagen del escalofriante ataque del crimen organizado al Casino Royale, en Monterrey.

¿Cuál es la diferencia de la barbarie mostrada por “los seudo maestros de la Coordinadora” y las bandas criminales? En rigor, pareciera que no hay diferencia. Actúan con la misma impunidad uno y otro grupos. Acaso la diferencia real se localice en la gran lección de impunidad que, de tanto en tanto, nos regala el grupo magisterial disidente.

Es decir, que los dizque maestros se han convertido en una mafia incontenible, igual a las mafias criminales, con la salvedad de que a los primeros, a los dizque maestros, les pagamos sus salarios todos los ciudadanos, con nuestros impuestos.

Pero la formidable lección que las mafias magisteriales regalan al Estado mexicano, todo, a la educación y a los estudiantes de todos los niveles, es la escalofriante lección de la impunidad que campea en México, y que hace posible ver escenas como la de bárbaros dizque maestros, con marro en mano, en un intento por derribar la puerta de una empresa privada a la que quieren imponer sus reglas.

Los maestros intentan imponer sus reglas a la televisora, a los ciudadanos y a los gobiernos. Los criminales lo intentaron con Sabritas. Y, en los dos casos, el reino de la impunidad se impuso. Y, claro, la fuerza del Estado no puede con ninguna de las dos, sea por razones políticas; sea por convenios electorales; sea por incapacidad de los gobernantes.

¿Dónde están Peña Nieto, López Obrador, Vázquez Mota y Quadri para censurar a esos bárbaros?

¿Hasta cuándo debemos tolerar, los ciudadanos y potenciales electores, que el magisterio se convierta en el motor de la barbarie contra el Estado todo; que paralice capitales, la educación pública toda y que los dizque maestros se conviertan en una mafia criminal?

¿Se imaginan a uno de estos gorilas dando clases a cualquiera de sus hijos? La lección de impunidad.



Comentario de José Enrique Galván-Duque Tamborrel:

En estos aciagos días, publicaron un cartón en el que aparece el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cue, arrodillado ante el líder de la CNTE y besándole los pies, en una actitud totalmente sumisa. Así es la cosa, ni más ni menos.

Hace unos días, en plática casual, un viejo maestro ya jubilado hace varios años, y que toda su actividad profesional la desarrolló en el Istmo de Tehuantepec; con un dejo de gran tristeza y frustración, me dijo, comentando el proceder de los “maestros” de la CNTE:--“Amé y amo a mi profesión, a la que siempre honré haciendo siempre el mayor esfuerzo por cumplir con mi deber y responsabilidad, y considero que ese era el común denominador en todos mis colegas. La profesión de maestro es, si no la más, si una de las más dignas por el papel y responsabilidad que se tiene ante la sociedad, todo esto para que aparezcan unos ‘orangutanes’ (con perdón de esa especie animal) denigrar esta excelsa profesión. Lo que menos hacen, es lo que se supone deben de enseñar: razonar. Y lo que es peor, hacen sus tropelías, perjudican a la ciudadanía, con toda impunidad, y todavía los premian concediéndoles todas sus ambiciones. Estoy triste por México, por el gran daño que le están haciendo impunemente, ¿hasta cuando?”