viernes, 28 de enero de 2011

La familia, remedio contra "el infierno"

 

Por Mabel Salinas

Octubre / 2010

 

 

 

Recientemente se estrenó la cinta "El Infierno", de Luis Estrada, con la cual el director mexicano completa una trilogía conformada por "La Ley de Herodes" (1999) y "Un Mundo Maravilloso" (2006), en las que valiéndose del humor negro y la sátira refleja la corrupción e impunidad que se vive en México.

 

En "El Infierno", la cual tiene como objetivo mostrar que no hay nada que celebrar en este año del Bicentenario, aborda una situación de la que todos sabemos e imaginamos, pero que al ver reflejada en la pantalla, simplemente nos horroriza y nos deja sin palabras.

 

La cinta, protagonizada por Damián Alcázar –quien también protagoniza los otros filmes mencionados–, gira en torno a Benny, un hombre que se va de "mojado" a Estados Unidos con el sueño de obtener una mejor vida.

 

Transcurren 20 años para que regrese a su tierra natal, entonces se entera que su hermano fue asesinado tras inmiscuirse en las redes del narco; que su mejor amigo de la infancia, "Cochiloco" (Joaquín Cosío), ha seguido el mismo camino del sicariato, y que su pueblo se encuentra calcinado y consumido por una guerra sin cuartel.

 

Todos tienen nexos con el narco, el pueblo depende de él y, por ende, nadie denuncia, nadie dice nada. Estrada no deja "títere con cabeza", como se dice coloquialmente; a los políticos, policías (desde los municipales hasta los federales), a la Iglesia y hasta a las viejitas dulces, los pinta con una doble moral. Consumen, compran, revenden o se hacen de la vista gorda ante la situación que atestiguan.

 

Todo mundo sabe que lo que ha convertido al pueblo en un infierno es que "don" José Reyes (Ernesto Gómez Cruz) tiene una pelea encarnizada con su hermano gemelo por la plaza, por el control del "negocio familiar" y por demostrar quién puede más.

 

De esta lucha se derivan torturas, asesinatos, trampas, corrupción, impunidad, cinismo y, en pocas palabras, se hace una radiografía de la podredumbre en que ha caído la sociedad mexicana, el camino que ha emprendido hacia un Estado fallido.

 

"El Infierno" hace escarnio de la lucha contra el crimen organizado, de la policía federal, del mismo presidente de la República, Felipe Calderón, tal como lo hizo en "La Ley de Herodes" con Miguel Alemán.

 

Con una toma y un leve movimiento de cámara da a entender que el ex presidente Vicente Fox y su esposa, Marta Sahgún,  así como otros personajes públicos, tienen vínculos con el narco.

 

Pero lo verdaderamente preocupante de la cinta es que el escenario que dibuja es real, que la deshumanización, odio y sed de venganza son el pan de cada día de miles de mexicanos que adquieren este estilo de vida, ya sea porque provienen de familias desintegradas o porque no están concientes de la situación en la que se involucran.

 

Así lo muestra el filme con el personaje de "El Diablito" (Kristian Ferrer), el sobrino de Benny, quien proviene de una familia rota: un padre asesinado por un ajuste de cuentas y una madre prostituta, es así que su único deseo es ser narco y "valiente" como su papá.

 

Por ello, queda claro que en la medida en que a la familia no se le dé el lugar que le corresponde: que sea formadora de niños y jóvenes, promotora de valores, de amor, de ejemplo, seguiremos abonando para que México se consolide en "El Infierno" que plantea Estrada. 

 

Simplemente, esta semana se dio a conocer que los levantones, que se dan en Monterrey, y seguramente en otras ciudades del país, se deben a tres motivos: engrosar las filas del crimen organizado a causa de las muertes de sus miembros, exterminar a los rivales o para secuestrar y cobrar rescates, lo que ayuda a financiar las actividades delictivas.

 

También es conocido el debate en torno a que los jóvenes "ninis", aquellos que ni estudian, ni trabajan, se han convertido en la carne de cañón del narco, en matones o en instrumentos para realizar actividades ilícitas, pues piensan que es una forma sencilla de ganar dinero.

 

En la medida en que no se refuerce la educación dentro y fuera del hogar, se enseñen ética y valores, se le explique a los niños y jóvenes la trascendencia de la persona, la importancia de su dignidad y su valor, aquéllos que tienen como ideal convertirse en sicarios, ganar dinero fácil y pagar por mujeres como si fueran chicles, seguirán contribuyendo al crecimiento del narco.

 

La sociedad civil debemos pelear por erradicar este atroz panorama, pero no con rifles o armas largas, no con granadas o cercenando a personas, sino con el ejemplo y la palabra; con la educación y luchando porque cesen los ataques en contra de la familia, por defender a esta institución en la que yace el remedio a nuestros males.

 

En ella los padres les enseñan a los hijos el valor del sacrificio, la importancia de la unión, del diálogo, de la ayuda y del amor. Con el trabajo diario y los desvelos, se esfuerzan por sacar a la prole adelante y brindarle una mejor calidad de vida, una que la enriquezca y no la deshumanice; una que verdaderamente le ayude a ser más y no sólo a tener más.

 

Entonces, ¿estás comprometido en la lucha por la familia, por tus hijos, sobrinos, vecinos y amigos o seguirás haciéndote de la vista gorda ante los divorcios, suicidios, abortos y la pobreza que aqueja al hermano que tienes al lado?

 

 



 


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