viernes, 17 de diciembre de 2010

Requerimos nuevos políticos

 

 

Por: Jesús Caudillo
Diciembre / 2010

 

 

Estudiosos afirman que México está en proceso de transición. Algunos dicen que la nuestra es una transición prolongada y otros afirman que sólo ha existido alternancia, dado que nuestro proceso de transición no ha comenzado. ¿En qué parte del proceso de transición –si es que lo hay– nos encontramos?

 

Evidentemente estamos en un proceso de transición política. En nuestra historia ya se han producido otros periodos de transición. Alrededor del 1700, cuando el Imperio Español pasó de ser federación de reinos y virreinatos –modalidad de los Austria–, a ser un imperio centralista –modalidad de los Borbones–. Luego alrededor de 1810, cuando se pasó de ser parte del Imperio Español y nació México independiente. Y alrededor de 1910, cuando se pasó del Porfiriato al priato, previo ejercicio democrático de escasos meses con la Presidencia de Madero.

 

Ahora en el año 2000 se produjo la alternancia del autoritarismo priísta a una democracia en ciernes, que trata de dejar atrás un sistema autoritario en lo político, intervencionista en lo económico y corrupto impunemente en lo jurídico. Los académicos clásicos, estudiosos de las transiciones políticas del autoritarismo a la democracia, establecen tres etapas de dicho proceso:

Primera etapa: liberación; segunda etapa: democratización; y tercera etapa: consolidación. Cada una de ellas tiene notas que la caracterizan. La liberación implica la alternancia, por las condiciones de la apertura, el inicio de la desregulación, el inicio del fin de los monopolios, sean económicos, educativos, expresivos y electorales; la aparición de la pluralidad, con rasgos de incertidumbre y provisionalidad.

 

La democratización implica la aparición de nuevos actores y nuevas secuencias, la fijación de nuevas reglas, la adecuación del marco jurídico, el pluripartidismo, condiciones que garanticen la alternancia y el pluriasociacionismo.

 

La consolidación se logra cuando aparecen las instituciones del nuevo sistema, sus reglas definitivas, se termina la provisionalidad, se da fin a la incertidumbre, queda en evidencia que la única alternativa para acceder al poder es la democracia y se logra la paz social. Hoy nos encontramos con una transición paralizada entre la primera y la segunda etapas, y con altos riesgos de regresión al viejo sistema.

 

-¿Por qué es necesario que México atraviese por un proceso de transición? ¿A dónde debiera llevarnos idealmente este proceso de transición?

 

La necesidad es casi un imperativo. La incorporación de México a las condiciones del mundo globalizado, con sus defectos, llevan a un marco general de condiciones que implican vencer la ignorancia, la pobreza y la injusticia. En el fondo, se trata de cambiar de una vieja cultura política de "autoritarismo-paternalismo" a una nueva cultura política de libre participación.

 

El esfuerzo ciudadano consiste en llegar a una democracia plena, a la armonía de la democracia representativa y la democracia participativa, a una economía de mercado social y moralmente responsable y a la vigencia del Estado de Derecho. Para ello es necesario un nuevo modelo educativo, que parece muy difícil de lograr en corto plazo, pero que es necesario buscar.

 

-¿Cómo podemos pensar en que México va a culminar su proceso de transición, dado que la mayoría de los actores políticos de hoy son los mismos del viejo sistema?

 

Lo que se necesita es que esa mayoría cada vez lo sea menos, que se convierta en minoría y acaso desaparezca. Se necesita una generación nueva que no tenga las prácticas que estuvieron vigentes durante 72 años y que marcaron una secuela o modalidad de hacer la política según los cánones maquiavélicos, en los que sólo se trata de acceder al poder, mantener y acrecentar el poder, para beneficio de un pequeño grupo oligárquico, que controla los resortes modernos del poder, como es la incondicionalidad de los medios de comunicación masiva, la información privilegiada concentrada para tomar decisiones y los grandes monopolios sindicales corrompidos plenamente, entre los principales elementos.

 

-Las nuevas generaciones no entendemos bien qué pasó en los 72 años de poder del priísmo, ¿cuáles fueron las características del viejo sistema y por qué es necesario rediseñarlo?

 

El viejo sistema fue simulador y corrupto. Su expresión se reducía a un binomio maquiavélico, el príncipe, que era el presidente autoritario, tenía su corte, que era la familia revolucionaria; es decir, el grupo que garantizaba la continuidad del sistema.

 

Esas modalidades viciosas de hacer política calaron hasta la médula de muchos actores políticos, aun los opositores, que una vez que llegan al poder en la federación, en los estados y los municipios, practican las mismas formas. Es verdad que hay excepciones, pero la impregnación de las modalidades maquiavélicas lo mismo afectan a unos que a otros. Es necesaria una ética nueva para vencer las tentaciones y claudicaciones en los modos del viejo modo de hacer política.

 

-¿Cuándo podemos decir que nuestra transición política ha terminado?

Es necesario el cambio de la cultura política, que no se da automáticamente por procesos de alternancia electoral. Así cambiarían los modos, dejarían de existir ciertas instituciones, ciertas costumbres viciosas y vendrán otras nuevas que deberán ser virtuosas.

 

 

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario