Por: Antero Duks
Enero / 2010
La señora doña Beatriz Paredes Rangel es merecedora de todos mis respetos. Primero por su condición de mujer y por ser muy inteligente y capaz. Pero eso no impide que esboce una crítica a lo que considero un verdadero cinismo. Decir que el PR, como lo ha dicho en varias ocasiones,I es el único partido que sabe gobernar no merece otro calificativo.
En general, sus discursos denotan una prepotencia sin par, algo que no tiene otra explicación nada más que esa soberbia que siempre ha demostrado el PRI.
A continuación, transcribo un discurso que recientemente pronunció, en una reunión de su partido celebrada en Veracruz el día 29 de enero Pmo. Pdo.
«Señor licenciado Fidel Herrera Beltrán, Gobernador Constitucional del Estado de Veracruz;
Señora Gobernadora del Estado de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco;
Señores gobernadores del Estado de México, Hidalgo y Puebla, Enrique Peña Nieto, Miguel Osorio Chong, y Mario Marín Torres;
Compañero presidente municipal del Heroico Puerto de Veracruz;
Compañero líder del Congreso local;
Compañero presidente del Comité Directivo Estatal del PRI;
Amigas y amigos.
Quiero en primer lugar dejar testimonio de respeto, de solidaridad, de compañerismo, con Francisco Rojas, nuestro coordinador, un conductor de la bancada en tiempos aciagos, que tiene el talento, la serenidad y la visión para consolidar que esta mayoría parlamentaria juegue un papel trascendente en la historia contemporánea de la República. Gracias Paco, tus compañeros diputados estamos contigo y vamos contigo.
Todas las legislaturas son históricas, reflejan la circunstancia por la que atraviesa la vida del país en el momento de su integración, y las tensiones que sacuden a la sociedad que representan. Heterogeneidad social de nuestra patria, que en el crisol de la Cámara de Diputados levanta la voz y se eleva en el propósito de encontrar respuestas, en el propósito de salir adelante.
Para el Partido Revolucionario Institucional, la LXI Legislatura tiene, sin embargo, una significancia especial: Es la Cámara de Diputados que realiza sus tareas en el marco de las conmemoraciones del Centenario y el Bicentenario del inicio de dos gestas que definieron a la nación mexicana, la Independencia y la Revolución. Nosotros los priistas, representamos el hilo de continuidad entre los ideales de Morelos y las reivindicaciones de justicia social de los adalides de 1910-1917. Somos miembros del partido que surgió como brazo político de quienes ganaron la Revolución Mexicana.
Pero, para el PRI del siglo XXI, esta bancada es además altamente significativa porque proyecta la recuperación de nuestra corriente histórica, después de los reveses electorales de años recientes, y nos inscribe en la posibilidad de ser la fuerza definitoria de la tarea legislativa en la Cámara.
A mí, me enorgullece formar parte de esta Legislatura, acompañar a este conjunto de hombres y mujeres, valiosos y auténticamente representativos de la diversidad nacional, y comprometidos en la construcción de mejores horizontes para nuestro pueblo, y de opciones viables para el desarrollo nacional.
Tengo la certeza de que la LXI Legislatura cumplirá cabalmente con su responsabilidad con el país y a favor de las mayorías nacionales.
Lo haremos, no obstante el desprestigio del Poder Legislativo, deterioro que no socava sólo a un conjunto de individuos, sino corroe la credibilidad de las instituciones de la democracia representativa. Con autocrítica promoveremos las reformas pertinentes para el mejor funcionamiento de la Cámara de Diputados, pero con visión de trascendencia defendemos la función legislativa y el papel del legislador en la actividad que dibuja el porvenir de una sociedad.
La Cámara es el espacio que fomenta y posibilita acuerdos, es la síntesis de una realidad que en medio de contradicciones e intereses, es capaz de darse de manera civilizada, sobre los debates más álgidos, las leyes que rigen la convivencia del todo social en un Estado de Derecho.
Por ello, no compartimos las reformas que debilitan al Poder Legislativo; por el contrario, creemos que una de las expectativas que generó la alternancia - frustrante esta, para la sociedad civil, por su inconsecuencia, - era la de propiciar un mayor equilibrio entre los poderes y un presidencialismo mucho más democrático, transitando, paulatinamente, a un régimen semipresidencialista, con mayor participación ciudadana.
¿Ó, de qué se trata? ¿De cambiar el autoritarismo del régimen de partido hegemónico por un autoritarismo de nuevo cuño, con la "justificante" de poderes metaconstitucionales para restablecer la seguridad?
¿Ó, de qué se trata? ¿De sustituir un régimen federalista incipiente por un centralismo nulificador de la creatividad y potencia de las entidades federativas, que libera la capacidad de nuestras regiones, so pretexto de la falta de transparencia?
¿Ó, qué se pretende? ¿Relegar y enjuiciar las alianzas de los grupos revolucionarios, obreros, campesinos, de los sectores populares que convergieron para cambiar el orden de las cosas y establecer una sociedad más justa, para integrar alianzas coyunturales vergonzantes, donde los extremos que hace apenas tres años se negaban unos a otros, poniendo en riesgo la estabilidad política de México, hoy se buscan y coquetean, olvidando ideologías y principios, demostrando que el electorado mexicano les merece poco respeto?
¿Ó, qué se busca, qué se pretende? ¿Polarizar al país generando falsos debates sobre los derechos civiles, cuestionando las libertades de las minorías, socavando los derechos de las mujeres, jugando perversamente con la idiosincrasia de un pueblo noble y generoso, exaltando odios, descalificaciones y rechazos, sembrando, pues, la división social?
¿De qué se trata?
El presente de México requiere de una acción política mucho más seria y consecuente, que busque restablecer el tejido social resquebrajado por el desempleo y la pobreza; que impulse a la economía nacional para que los sectores productivos encuentren certezas y respaldos para su despliegue, en beneficio de todos; que enfrente a la inseguridad con la colaboración del conjunto. En el combate a la inseguridad, no hay participación honrada desdeñable o descalificable.
Dividir, enfrentar, emponzoñar el ambiente del país y deteriorar la relación con quienes representan la fuerza mayoritaria, no es una fórmula inteligente. Ni siquiera es una fórmula, es un desatino.
Compañeras y compañeros de partido.
Al inicio de mi intervención reivindiqué nuestra estirpe independentista en el pensamiento de José María Morelos, y particularmente en esa síntesis prodigiosa que constituyen "Los Sentimientos de la Nación"; valoré nuestra raigambre revolucionaria, irrenunciable porque nos dio origen, razón de ser, y nos identifica.
Que no se confundan. El PRI, en beneficio del equilibrio en el país, en el propósito de alentar la armonía social en una patria que ha sido asolada los últimos años por la polarización; repito, el PRI, en el espectro político del país, en beneficio de coadyuvar a la armonía social, en la búsqueda de cuidar la estabilidad institucional, ha jugado un rol de centro progresista democrático, con capacidad de diálogo y negociación con todas las fuerzas.
Ese es nuestro rol político, porque creemos que el país ha estado hambriento de reconciliación, y porque no queremos ensanchar polarización que siembra divisiones, que devienen en fracturas infranqueables.
Pero nuestro rol político, no renuncia a nuestro rol ideológico: nosotros, somos independentistas, nosotros compartimos los ideales de justicia social que no han caducado y que le dieron sentido y razón al brazo político de la Revolución Mexicana.
Nosotros somos progresistas, y si me permiten reivindicar un concepto de un gran mexicano, Adolfo López Mateos, nosotros somos de izquierda dentro de la Constitución Mexicana.
¡Que no se confundan los que dicen que no estamos definidos!
Lo que no estamos, es haciéndole el juego a la polarización, lo que no estamos es coadyuvando a enfermar a la sociedad mexicana con el rechazo a los avances de los grupos sociales que demandan respeto a sus derechos civiles de cuarta generación, lo que no estamos es al servicio de intereses que afortunadamente la historia de México colocó en su lugar, y lo hizo, aquí, en Veracruz.
Es momento no sólo de reivindicar nuestra estirpe independentista, nuestra raigambre revolucionaria, nuestra convicción política de cuidar la armonía, el diálogo con todas las fuerzas y la construcción progresista de la estabilidad del país, nuestra ideología de avanzada.
Es momento, - y quién lo diría, a inicios del siglo XXI,- de reivindicar, sobre todo, nuestra estirpe liberal. Somos liberales, creemos en el Estado laico, somos juaristas, y aquí en Veracruz, donde en julio 7 de 1859, Don Benito Juárez, Manuel Ruiz, Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada suscribieron, quiero reiterar y repetir lo que ellos plantearon, porque sigue siendo, y quién iba a decirnos, más de 150 años después, sigue siendo, porque las batallas siempre hay que darlas, ideario que tenemos que abanderar:
Y cito: "El programa de lo que se intitula el Partido Liberal de la República, ….no es la bandera de una de esas facciones que en medio de las revueltas intestinas aparecen en la arena política para trabajar exclusivamente en provecho de los individuos que la forman, es el símbolo de la razón, del orden, de la justicia y de la civilización, a la vez que la expresión franca y genuina de las necesidades de la sociedad".
El PRI del siglo XXI mira al horizonte, tenemos capacidad de construir el porvenir que demanda la mayoría de nuestra patria, tenemos la fuerza, tenemos la cohesión, tenemos la historia, tenemos la herencia y tenemos la grandeza.
Posteriormente, el día 25 de enero, en la reunión parlamentaria celebrada en la ciudad de México.
«C. Sen. Carlos Navarrete, Presidente del Senado de la República
C. Dip. Francisco Ramírez Acuña, Presidente de la Cámara de Diputados
Señores Presidentes de las Juntas de Coordinación Política del Senado
Sen. Gustavo Madero
Dip. Francisco Rojas
Sra. Carmen Alanís, Presidenta del Tribunal Federal Electoral
Sr. Sen. Manlio Fabio Beltrones, Coordinador de la Bancada del PRI en el Senado y Presidente del Instituto Belisario Domínguez
Colegas representantes de los Partidos políticos nacionales
Representantes de organismos internacionales y de instituciones académicas
Señoras y Señores Legisladores
Señoras y Señores:
Participo en esta Reunión con la representación del Partido Revolucionario Institucional, para subrayar el interés que tiene la organización que represento en las tareas del Senado de la República, la decisión de atender las convocatorias de este Honorable cuerpo colegiado, y el compromiso de acompañar a la bancada del PRI del Senado, en sus iniciativas. El quehacer político del PRI, se ve enriquecido por nuestra bancada: profesional, enterada, patriota y con visión de Estado. Gracias, correligionarios Senadores, por prestigiar a su Partido con su comportamiento.
Comparto algunas reflexiones sobre la temática de la Reforma del Estado, no sin antes mencionar que en las diversas instancias del PRI es un tema que estamos analizando, y en el debate interno que caracteriza la practica democrática hacia el interior del PRI del Siglo XXI, las diversas corrientes, organizaciones gremiales y expresiones regionales tendrán mucho que aportar. Ya mismo, la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, entre otras conclusiones, acordó: constituir un Grupo de Trabajo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados para analizar los temas contenidos en el proyecto de Iniciativa de Reforma Política presentada por el Ejecutivo al Congreso y los proyectos demás que ya existen, que importan a la fracción parlamentaria, con la recomendación de que haya coordinación con la Cámara de Senadores.
Así actuaremos los diputados federales, en respetuosa coordinación con la colegisladora.
Por eso, mi intervención refleja el punto de vista de la dirigencia, sujeta a la compleja articulación interna de consensos, que proyecte la posición mayoritaria Priísta.
La practica nos ha enseñado que las diversas legislaciones en materia de reforma política que se han dado en el país en las últimas tres décadas, han tenido una intencionalidad derivada del contexto o han sido la respuesta del sistema ha problemas evidentes de la realidad política concreta .
Así, la reforma política de 1977 estableció el sistema de partidos. Abrió el régimen al reformar la Cámara de Diputados y proponer el sistema mixto de representación. Es el inicio del desmantelamiento del régimen de partido hegemónico. Posteriormente, vienen las reformas electorales sucesivas, la motivación esencial era dar certeza al sufragio y evitar el fraude electoral. En ese propósito, que para algunos fue la única constante, se llegó a alguna sobrerregulación que es conveniente revisar. Estamos atrapados en la tendencia de judicializar los procesos electorales y el costo de las instituciones que organizan las elecciones y atienden el litigio electoral se ha multiplicado sobremanera. En materia de transparencia electoral, en esta infinita cadena de desconfianzas y aproximaciones sucesivas, falta probar la urna electrónica y un esquema práctico y eficiente de actualización y depuración del Padrón electoral. Diré, una vez más, aunque encuentre oídos sordos: en el PRI consideramos inoportuna la pretensión de establecer la cédula de identidad.
El desmantelamiento del régimen del partido hegemónico, y la pluralización del sistema, devinieron en la alternancia, y en un régimen de partidos mas equilibrado, que no ha modificado, sin embargo, algunos de los perfiles básicos del régimen político del Siglo XX mexicano, y al que parecería, ante la insatisfacción social, es necesario poner en cuestión. Por ello es pertinente la pregunta ¿Cuál es el propósito esencial de esta reforma del Estado? ¿Cuál es el propósito, del esfuerzo para generar consensos de la tarea de los legisladores?
¿Somos capaces de llevar a cabo una reforma de largo aliento, que avance en la democratización del sistema, e impulse una gobernabilidad democrática eficaz, o seguiremos parchando al régimen del siglo XX, por temor a dar el salto, por conveniencia o carencia de imaginación?
La reproducción de un presidencialismo fuerte, al estilo del régimen mexicano de las décadas de 1920 en adelante, es una pretensión inviable, y vemos con enorme preocupación una tendencia del partido en el gobierno a partidizar la función pública, en lugar de avanzar en la profesionalización, el servicio civil de carrera, y la existencia de una administración pública neutra, basada en el conocimiento y la meritocracia, característica de todo Estado democrático moderno. De allí que parezca razonable, insistir en los beneficios de ratificar a los altos funcionarios del sector público por el poder legislativo, a través del Senado, con la reglamentación que se requiera para no limitar facultades del Ejecutivo, sino racionalizar, con visión de Estado, nombramientos que son de gran importancia para el desempeño público, en beneficio de la población. Aquí, valdrá la pena discutir si es oportuna la moción de censura, pues en nuestra realidad hiperpresidencialista, un funcionario, por cuestionado que este, por ineficaz que sea su ejercicio, sí goza del favor presidencial, sigue tan campante.
Es de una enorme preocupación, que los avances en la mayor competitividad plural en el sistema electoral, estén acompañados de medidas que son una regresión: un mayor centralismo y un discurso que desacredita la trascendencia del pacto federal, confundiendo antipatías o prejuicios en relación con gobernadores, con debilitamiento de los estados y municipios, inhibiendo así la capacidad creadora de las regiones, en un país tan heterogéneo y con más de 105 millones de habitantes. La Reforma del Estado que se requiere, debe ser federalista, y establecer, a través de las legislaturas locales y otros mecanismos, los controles y fiscalización necesaria para que no existan prácticas regresivas a nivel local.
La influencia acrecentada de los poderes fácticos debe llevarnos a ser prudentes con decisiones que en apariencia son de avanzada, pero que en la realidad nacional actual, pudieran ser contraproducentes. El debate sobre las candidaturas independientes se tiene que dar no desde el ideal democrático de una sociedad civil ampliamente participativa y con alta densidad ciudadana, sino desde el hecho inusitado del hiperactivismo de los grupos de ultraderecha, que quizá crean que la confusión que impera en algunos temas los llevara a tomar el poder político. Desde el PRI les decimos: no pasaran.
Los estados democráticos modernos, son laicos. Si algo le enseñó a la humanidad la crisis del 11 de septiembre de 2001, es que autentico desarrollo democrático, modernidad y laicisidad van de la mano. Fortalecer a las instituciones seculares, y garantizar que las iglesias ejerzan su función dentro de su ámbito, en un país en el que existe libertad de culto, son definiciones que no admiten distorsión.
Es indispensable acrecentar la cultura ciudadana, y el ejercicio pleno de los ciudadanos de los derechos que distinguen a las sociedades democráticas modernas: políticos, civiles, económicos. Así pasaremos de una democracia electoral basada en la mercadotecnia a una democracia integral con gran participación de los seres humanos. Una democracia no de consumidores de productos electorales, sino ciudadanos que saben construir la nueva sociedad que requiere nuestra patria.
Señoras y Señores:
En el PRI tenemos la certeza de que el escenario nacional de insatisfacción, de desprestigio de los partidos políticos, de deterioro de las instituciones democráticas, de esta magna crisis económica, de la gravedad de los problemas de inseguridad, de la ineficacia en la gobernación, está generando un clima de desaliento propicio para descalificaciones generalizadas, y tentaciones autoritarias. El tufo del autoritarismo, paradójicamente, se deja sentir hasta en algunas de las iniciativas presentadas, que pretenden debilitar al Poder Legislativo, so pretexto de mayor agilidad para legislar.
Es indispensable una reforma al Poder Legislativo, en ello estamos. Hay que discutir tamaño, composición, mayor participación ciudadana, generación de mayorías estables, reelección, y muchos otros aspectos para vigorizar su papel y para lograr que la sociedad conozca de su utilidad y funcionalidad. Pero modernizar al Poder Legislativo a partir de debilitarlo, no es la formula correcta, al menos, no lo es, desde la perspectiva del avance democrático. Es necesario, también, regular con mayor precisión la organicidad de los partidos políticos, la naturaleza de sus alianzas, la transparencia en el manejo de los recursos públicos. Es hora de promulgar una Ley General de Partidos Políticos.
Pero en el fondo, la pregunta es: ¿si nos encontramos en el momento de instituir las bases de un régimen semi-presidencialista, que establezca mecanismos para construir acuerdos de gobernabilidad estables, y propicie la formación de mayorías, en la pluralidad, sin reducir espacios a las minorías representativas o si seguiremos refuncionalizando al antiguo régimen, con la tensión permanente entre centralismo y federalismo, la descalificación permanente entre Ejecutivo y Legislativo, el culto a la personalidad unipersonal como sustituto de la fortaleza y prestigio de las instituciones? La propaganda como subterfugio para la manipulación social, ante la ineficacia política, ante la incapacidad de definir el aparato del Estado democrático y participativo que exige la viabilidad y vigencia del México del Siglo XXI, moderno y soberano.
El país requiere soluciones, de fondo. No requiere maquillaje. Si queremos que la reforma política no parezca un distractor, cuando las prioridades de nuestro pueblo tienen que ver con la sobrevivencia del día con día, y la búsqueda de oportunidades, ingreso y empleo, discutamos a fondo el destino de la República, para que en esta época de cambios y desafíos en todos los ordenes, nuestro país llegue a buen puerto. En ello, encontraran la disposición del PRI.
Gracias.»
Después de leerlos, medite y reflexione, se dará cuenta de cómo aflora el cinismo y la soberbia priista. Yo me limito a decir: "No se puede tapar el sol con un dedo"
«El respeto a la ley enaltece nuestro espíritu»
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